El Paraíso de Travis - Adelantando los Agradecimientos

¿Cómo recopilas tres años de trabajo rescatando al momento presente a quienes estuvieron a tu lado? ¿Cuántos de vosotros (lectores, amigos, compañeros, familia) habéis estado ahí aportando vuestro granito para que esta obra se haya hecho realidad? Aunque sea con una palabra de aliento sencilla, un pequeño mensaje directo en redes, un ofrecimiento sincero a echar una mano en la ardua tarea de edición y revisión…
Porque esta vez, sois un montón de personas. El Paraíso de Travis es, hasta la fecha de la presente carta de agradecimiento, la obra que más tiene que ofrecer. Algo que me ha dejado agotado pero feliz y en plenitud. He dado lo mejor que tengo hasta ahora como escritor, y eso no lo he podido hacer sólo.
No hablo de la luz y paciencia de mi mujer, Eva.
No hablo del cariño y el ánimo de mi primo Álvaro.
No hablo de la sonrisa, asentimiento y aguante amoroso de mis padres y suegros, Marita, Fernando, Isabel y José Miguel.
No hablo de la dedicación en la divulgación de la obra en actos institucionales de presentación en los que la tía Mari July pone su alma.
Tampoco hablo de la presencia de corazón de Pepe Brias en mi camino y desarrollo de la misión de poner la ciencia ficción española como referente internacional.
Ni ya decir de la sabiduría y brillante consultoría que me ofrece Ángel Calvo y mis Hermanos de Armas en todo lo histórico que rodea a lo que escribo.
O el abrazo constante de los amigos, esa familia que eliges y cuyo cultivo se hace indispensable para la vida. De la mirada de mis sobrinos, que intuyen desde pequeños que la cabeza de ese tío suyo de mirada empanada y pelo revuelto, gira y gira haciendo nacer historias.
Imagina encima añadir a todos mis compañeros de trinchera laboral, mi equipo en Ciclos Formativos Joyfe, alumnos y padres que a pesar de mis esfuerzos para tratar de no promocionarme de forma burda en las aulas, de no ser visto más que como un docente en cumplimiento de un hermoso proyecto de formación de las generaciones que hacen sus ritos de paso al mundo adulto, me paran y me dicen: “Oye, Guille, que acabo de ver por redes que también eres escritor.”
(Sí, hijo, sí, perdóname. Como si no tuvieras bastante con que te llene la cabeza de código y datos.)
Y por último, imagina meter de alguna forma a esas personas que no conozco todavía personalmente y que tanto me han ayudado. Esos otros autores, maestros y consejeros que me descubrieron el mundo de las filosofías orientales, su labor de entrega altruista de un conocimiento milenario a nuestro orgulloso y trabajador continente, que a veces pierde un poco el norte en la misión básica y humana de la búsqueda de la plenitud.
¿Lo veis?
Como me ponga a desarrollar todo lo que ha hecho posible esta “nuestra obra”, el presente capítulo iba a ser, sin duda, el más largo de todo el libro.

GRACIAS. Todos me hacéis crecer, tanto en tiempos de compartir luchas, como en tiempos de compartir descanso y placeres. Todos habéis hecho posible El Paraíso de Travis.

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